19.11.15

ALAS DE ALGODÓN




Al escribir estas líneas, sabemos que todas las alertas saltarán en los medios de comunicación de medio mundo. ¿Cómo? ¿ Alguien escribiendo en un blog? Escribiendo además que Catacumba ¿Ha regresado? Las rotativas empezarán a girar segregando hectólitros de tinta en papel e imprimirán miles de noticias al respecto. "Un Festival que tras un año de necesario barbecho vuelve por sus fueros, esto es súper interesante", "Trece años de singladura sin recompensa alguna", "Un año más, decenas de miles de personas no asisitieron a la proyección de...", "Se consolida la internacionalidad de un festival que lleva quince años empezando" y así miles de artículos, de  noticias y publireportajes.  (Por cierto ¿Para cuándo un festival de publireportajes llamado  Formato Actual?).
  Nuestra página de Facebook, seis años después, alcanzará los 100 "me gusta" y saldremos en las noticias de la sección El pueblo en fiestas, del periódico local que lleva nuestro amigo.
Nuestro cuñado, ingeniero de ascensores, preparará con furor, como si en ello le fuera la vida, algún absurdo Play Back,  media hora antes de su actuación. Porque sí. Porque nos quiere. Los conserjes de la sala donde realizamos las proyecciones, desempolvarán sus libretas de quejas al concejal; que si un vaso de plástico debajo de una butaca, que si la puerta llena de colillas, que si no hemos cobrado los trienios por culpa de estos de Catacumba. En fin, así es tirar palante un proyecto cultural en un pueblo.
Es como llevar una carga rara. La carga de todo lo que conlleva batirse con la realidad. Esa que te lleva más allá del "cómo mola" y cruza la frontera de ese país llamado "Creo en esto".
Hace miles de líneas que dejaste de leer, ya lo sabemos. Por eso nos hemos ahorrado comentar lo de subirse a quince metros a colgar una lona o pasar la escoba al escenario después de que un director de "ámbito internacional" haya presentado su película.  Por eso nos atrevemos a decirte que nos caes fatal cuando no vienes. Por eso no hablamos de nuestra analogía con Anvil y el "efecto Canadá".